La depreciación de activos fijos es la disminución progresiva del costo de los mismos durante su vida útil. Puede hablarse de la depreciación fiscal o la depreciación contable. En todo caso, todo inversionista que adquiere activos fijos para realizar las operaciones de su empresa, debe considerar su desgaste.
Tanto la depreciación fiscal como la depreciación contable son importantes para una corporación, veamos…
La depreciación fiscal debe ser registrada en las declaraciones mensuales y anuales de la empresa, bajo las normas del SAT. Con la finalidad de deducir gastos en las declaraciones de impuesto de los contribuyentes.
En México, el método de máximos autorizados por ley es el más aceptado y empleado para calcular la depreciación fiscal. Se trata de un proceso que toma en cuenta el monto a depreciar en cada ejercicio fiscal depende de lo indicado por la ley del ISR. Por ejemplo:
- Para construcciones, el 5%.
- Para mobiliarios y equipos de oficina, el 10%.
- Para automóviles, autobuses, camiones de carga y montacargas, el 25%.
- Para computadoras personales de escritorio y portátiles, servidores, impresoras, lectores ópticos, lectores de código de barra, digitalizadores, unidades de almacenamientos externos y concentradores de cómputo, el 30%.
El porcentaje de depreciación señalado anteriormente se multiplica por el Monto Original de Inversión (MOI) del activo correspondiente. Y, con ello, se obtiene la Depreciación fiscal anual.
Por otra parte, con la depreciación contable se define el valor de los activo de la empresa de manera correcta. La cual, se informa en los estados financieros de la empresa, con el fin de obtener recursos para reponer activos. Y, en consecuencia, poder mantener la operatividad y productividad de la corporación.
Existen tres métodos para calcular la depreciación contable, es decir, los porcentajes de valor perdido que cada activo experimenta anualmente:
- Método de depreciación en línea recta.
- Método de depreciación creciente.
- Método de depreciación decreciente.