Primero que nada, es importante definir el término “utilidad”. El cual, es entendido como el beneficio o provecho neto que se obtiene a raíz de una inversión.
Partiendo de ello y según la Ley del ISR y su Reglamento la utilidad fiscal es aquella utilidad que se utiliza como base para calcular el Impuesto. Para calcular la utilidad fiscal se deberá primero calcular el resultado fiscal, para personas morales, disminuyendo de la totalidad de ingresos acumulables lo siguiente:
- Las deducciones autorizadas.
- La participación de los trabajadores en dichas utilidades.
- Las pérdidas fiscales de ejercicios anteriores.
Si el resultado es negativo (los gastos son mayores que los ingresos), se dice que hay una pérdida fiscal. Mientras que, si es positivo (los ingresos son mayores que los gastos), entonces se habla de utilidad fiscal.
Por su parte, la utilidad contable se define como la utilidad definida con sustento solamente en los principios contables. Como, por ejemplo, bajo las Normas de Información Financiera (NIF) o bajo las Normas Internacionales de Información Financiera (NIIF). Y, se trata de la utilidad que se genera a raíz del resultado de haber obtenido más ingresos que gastos en un ejercicio. La utilidad contable se calcula de la siguiente manera:
Utilidad en ventas = Ingresos (-) Costo de venta
Utilidad operacional = Utilidad en ventas (-) Gastos operacionales
Utilidad antes de impuestos = Utilidad operacional (+) Ingresos no operacionales (-) Gastos no operacionales
Utilidad a distribuir = Utilidad antes de impuestos (-) Impuestos
En conclusión, no toda utilidad posee efectos fiscales. Entre utilidad fiscal y contable existen discrepancias respecto a los “gastos deducibles” y momentos aplicables para el “reconocimiento del ingreso”. Gastos que para la Ley del ISR no se consideran como deducibles, si lo son para efectos contables y viceversa